25 marzo 2009

LA TARTA

La tarta ya estaba en la mesa...un enorme pastel cubierto de nata cuya decoración brillaba por su sensillez...esas perlitas de anís plateadas culminando en las ondas de los bordes...Claudia decidió apoderarse de esa apetecible guinda que se acomodaba en el centro aprovechándose que los mayores aún seguían con su tertulia.
Lorena y Sergio ,los afintriones indiscutibles de tan sublime velada,a duras penas conseguían relajar su mente y calmar esos latidos acelerados que desde hacía apenas unos días los hacía recordar que estaban vivos.
Claudia en cambio ,ajena a lo que estaban hablando,deleitaba su mirada con esos colores intensos que adornaban su nuevo hogar...no pudo evitar perder la vista hacia la ventana.Tras el cristal, ese enorme piso firme de césped, un adulto y vigoroso olivo vigilando la morada,esa linda fuente de piedra...Era la primera vez que la niña retuviera esa imagen en sus pupilas sin aún comprender que por fin todo eso que descubría su mirada iba a ser el mundo particular de su casa de muñecas...
Por otro lado estaba el Sr.Collado, en su mundo, tan solitaro como de costumbre,pero hoy paradójicamente había decidido presentarse a la invitación especial que dos días atrás recibió de su ahijada, Lorena,con la que años atrás en otros tiempos,solía ir a recoger la vendimia...Pero eso fué en otros tiempos, cuando aún Lorena era una mocosa engreída que se creía merecedora de todas las atenciones y cuidados por el simple hecho de que sus padres marcharan para siempre dejándola en tutela a su padrino, que en aquél entonces era más conocido por "el poeta" y no precisamente porque se le dieran bien los versos...realmente nadie sabía bien bien a qué era debido su apodo, pues él nunca respondió al mismo,pero rumores corrían por la zona que esa afonía que lo había condenado desde chico a formar parte de los desechados de la sociedad, desapareció el día que se topó con una bella dama, estudiante de arte dramático y amante de la poesía...
El Sr. Collado se disponía a encender su "rössli" sentado en el sillón de la esquina mientras intentaba comprender el tan resaltado cambio de esa niña boba Lorena en tan bella, educada y atenta mujer de Don Sergio Martos.
Los demás invitados, que no eran más que los recién conocidos vecinos de su nueva morada,ya empezaban a acabárseles el repertorio de chismes y anécdotas que por tradición fueron siendo infundadas en la aldea de padres a hijos para que nunca se perdiera el alma que protegía sus campos ante las inclemencias del tiempo...
Lorena y Sergio, sin importarles lo más mínimo lo que pasara o dejara de pasar en esa aldea en el pasado, decidieron aprovechar el paso al corte de la tarta para darse un respiro.No estaban acostumbrados al caótico coloquio de voces desordenadas con el que les estaban invadiendo los que desde ahora serían sus nuevos vecinos.

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