25 marzo 2009

UN DÍA UN TANTO EXTRAÑO

-¡Por fin!- Ese suspiro de alivio se hizo presente en la entrecortada respiración de Lorena cuando sus ojos alcanzaron al ver la escuela.
A Claudia se le despertó una sonrisa de oreja a oreja al ver a todos esos niños que pronto serían sus amigos.A su pronta edad reconocía las aulas como su espacio de juegos y a pesar del cansancio por la larga caminata aún le quedaban fuerzas por correr hacia ella, ansiosa de estrenar sus lápices de colores y aprender nuevas canciones.
El timbre sonó, las puertas se abrieron y en un abrir y cerrar de ojos los niños y los padres habían desaparecido ya de las puertas del colegio.Lorena, temerosa, echó la vista atrás disponiendo sus pies a hacer de nuevo el camino de vuelta a casa...
-¿no pretenderá pasar por ahí?-Esa profunda y rota voz la sobresaltó, buscó inquieta con su mirada al dueño de la misma.
- No tema! Soy un viejo conserje al que los años pesan tanto que sería incapaz de alcanzarla si usted saliera corriendo.-Sonrió por tal de calmarla.
El viejo conserje señaló hacia su izquierda con ánimos de mostrarle un camino alternativo, una ruta casi inaccesible pero bien sabida por todos y cada uno de los aldeanos que debían llegar hasta la escuela.
-Mire señora,si se adentra por ese lado del bosque pronto encontrara un caminito...es bastante irregular y mucho más largo...pero le aseguro que preferirá tardar media hora más en llegar a no hacerlo nunca más.
Un tímido "gracias" desgarraba la garganta de Lorena mientras apresuraba sus pasos hacia su nuevo itinerario que , aunque desconfiada por las palabras de ese anciano, era mucho mayor el temor que acorralaba su mente de tener que pasar de nuevo por la vieja destilería.
El Sr. Collado se había recorrido todas las calles de la aldea en menos de media hora.Ése era un pueblo muy pequeño y el único mecánico del que se disponía,mantenía cerradas las puertas de su taller, colgando de ellas un cartel que rezaba "cerrado por enfermedá".
Maldijo mil y una veces el momento en que se le ocurrió presentarse a la dichosa cena de su ahijada.Ahora no le quedaría más remedio que pasar unos días en su casa hasta que el mecánico decidiera reemprender su negocio.
Sergio, que llevaba ya a unas horas en su nuevo puesto de trabajo, sentía su mente volar sobre las nubes mientras reparaba aquél maltrecho y tan costoso lienzo.Plasmada en él,una bella dama,desnuda,semicubierta con una transparente tela seda virgen,posando sobre las rosadas flores de un almendro y sonsteniendo unas cuantas de ellas con una de sus manos.Aplicando delicadamente el algodón sobre el dibujo por tal de devolverle el brillo que el tiempo fué atenuando poco a poco,dedicaba el más minucioso movimiento de sus manos a su ferviente deseo de devolver esa pintura a su estado original, como si de una obra recién pintada se tratase.Lo que no sabía Sergio, es que sin darse cuenta se había convertido en un esclavo de esa belleza que representaba tan fielmente la imagen de su amada Lorena.
Estaba tan inmiscuído en su tarea que apenas se había percatado de esa presencia que lo observaba ya desde hacía rato...
-Ejem...disculpe-Alguien interrumpió aquel hechizo que mantenía a Sergio inmotizado...
-Usted no me conoce por eso me presento, soy Sir Elliott de la Bahía de Whitesand y el gran proveedor del 90% de los ingresos que percibe la empresa en la ud. trabaja.
-Oh, sí, mis disculpas...no le ví entrar y...mi nombre es Sergio-siempre tan cortés, agachó la cabeza y le ofreció la mano a modo de saludo...
-No..nononó...¡siga trabajando! ese lienzo que tiene ud. en sus manos pertenece a mi familia,mi labor es asegurarme de que está en buenas manos, confío que sepa hacer bién su trabajo.
Y así, sin más, aquél personaje que parecía haber salido de la nada dió media vuelta y se fué por donde había entrado.
El encanto se desfumó por un momento, pero pronto volvería la magia a su mente, esa magia que lo hacía ser tan bueno en su oficio...la restauración de antigüedades.

LA VIEJA DESTILERÍA

A duras penas conseguía recordar el vaivén coloquial invadiendo su mente por sus inquietantes vecinos la noche anterior pero solamente hubo una de las leyendas que se le grabó a Lorena durante la conversación.No podía parar de pensar en tan fatídico desenlace que truncó la vida de tantas familias que trabajaron en la vieja destilería en la década de los 50.
En aquellos tiempos la entonces recién inaugurada destilería pronto se hizo nombre entre las principales marcas de bebidas espirituosas de la comarca.La tradición se remotaba a mediados del siglo XIX, cuando un vecino de la aldea cuyo nombre acabó cayendo en el olvido, tras un descuido en la fabricación casera de su propio licor de arándanos y tras su mezcla con aromas y algunos cambios en su elaboración, consiguió como resultado un mejunge con propiedades tales como regenerar y fortalecer las células muertas, ya fueran por heridas de guerra o por simples infecciones muy comunes en la aldea en los tiempos que corrían.Este vecino se llevó el secreto de la elaboración hasta su tumba, pero no sin antes confiárselo a su mejor amigo bajo la condición de que nunca nadie fuera conocedor del mismo hasta el día de su muerte y haciéndole prometer que nunca lo comercializaría a cambio de dinero, solo pudiéndolo ofrecer discretamente y si ánimos de lucro a todas aquellas famílias afectadas por alguna enfermedad degenerativa o alguna infección sin remedio conocido.Su mejor amigo aceptó el trato y cumplió la promesa, pero llegó el día en que los aldeanos se hicieron eco del milagroso mejunge del cual éste era el apoderado.Era tal la ambición de algunos por hacerse conocer alrededor del mundo con ese majestuoso brevaje que cierta noche de invierno cuatro familias decidieron tenderle una trampa.
Era una gélida noche de invierno de 1938,el sanador(así era conocido el poseedor del remedio milagroso) atravesaba el pequeño cerro que lo separaba de cuatro casas a cuyas familias disponía a levantar la cuarentena.
Un supuesto virus infeccioso contraído por el patriarca de una de las familias durante una expedición en las orillas del río Nilo había conseguido sembrar el pánico etre los aldeanos.A su vuelta,once días atrás, este hombre empezó a enfermar con síntomas tales como altas fiebres, sudoración amarilla, pérdida de masa corporal,engarrotamiento en las extremidades,disfunciones gastro-intestinales...razones suficientes para que el alcalde decidiera encerrar a esa família y a la de las casas colindantes en una cuarentena por temor de que se vieran afectados todos los habitantes de la zona.
Las cuatro familias que ya llevaban cinco días confinadas en sus casas, sin derecho a pan ni agua,ni a la visitas semanales del párroco y del médico,empujados por la deseperación decidieron aprovechar la visita del sanador para arrebatarle su preciado secreto.Así que mientras el sanador administraba los valiosos sorbos de salud al patriarca, el hijo primogénito del mismo se apresuró a amordazarle.Atado en la cama y bajo los efectos del ácido barbitúrico(el patriarca se lo trajo a escondidas del campamento egipcio)el sanador observaba atónito como contra su voluntad sus propios labios iban delatándoles los secretos:mezclas, elaboración, tiempo de reposo...El suero de la verdad había causado los efectos oportunos. Después de aquella visita los aldeanos no volvieron a saber más del famoso sanador.
Diez años después abriría las puertas lo que ahora a los ojos de los más jóvenes es simplemente una vieja destilería abandonada.

DESPUNTA EL ALBA

"Tierna luz de mañana, despierta en mí la vida que me falta para liberar
mi alma, enrojecer mis mejillas y hacer brillar mi mirada..."
Casi como un ritual religioso estos versos proporcionaban a Lorena
las fuerzas necesarias para pasar la noche en calma, pronto sus ojos se abrirían agradeciéndole al cielo ese nuevo día que se le brindaba.
Sergio le lavó los platos antes de marchar(él siempre le da un valor incalculable a los pequeños detalles).Hoy se le presentaba una dura jornada:presentación de sus nuevos compañeros de trabajo, reunión
con sus superiores para concretar los detalles de su contrato y la política laboral de la nueva empresa...En principio todo iría sobre ruedas, él llevaba toda la vida desempeñando el mismo oficio y no le supondría ningún problema habituarse a su nuevo ambiente.
Lorena retiraba las cortinas que cubrían los ventanales del dormitorio de su niñita de ojos lindos.Aunque aun el sol se mostraba aletargado, en el horizonte se empezaban a despuntar los hermosos colores de un nuevo día.Lorena no permitiría que su hija se perdiera ni un solo detalle de tan bella imagen, así que la despertó con un beso y unas caricias en el pelo.
El Sr. Collado se encontraba en el jardín intentando recordar la causa que lo retuvo esa noche en la aldea.Rápidamente le vino a la memoria , se echó las manos a la cara y se apresuró hacia la calle en busca de algún taller mecánico que le solventara el problema cuanto antes.
Guantes, bufanda, gorrito de lana, una enorme parka que no la dejaba divisar sus propios pies...Claudia se veía atabiada con todo el abrigo disponible que albergaba su nuevo armario.Cinco minutos después se encontraría agarrada a la mano de su madre y atravesando la vieja destilería a paso ligero.
La escuela se encontraba a 3 Km. de casa.Aunque no era mucha la distancia que las separaba, el acceso a ella en coche era totalmente imposible siendo la vieja destilería el único punto que las unía.

LA NOCHE

Corrían ya las dos y media de la madrugada.Lorena, extasiada por el montón de platos de la cena que tenía por lavar y molesta por comprobar que su lavavajillas nuevo aun no estaba instalado(Sergio siempre deja las tareas domésticas para el último momento), suspiraba mientras observaba la espuma salir del estropajo...su mente se inundó de recuerdos.
Sergio ya había recogido el salón.La mesa impoluta, como si nadie hubiera posado en ella sus codos hacía apenas media hora.El suelo recién barrido ("mañana ya se pasará la fregona..."pensó él mientras ultimaba sus retoques), deseando ducahrse y plantarse ya de una vez ese pijama de felpa que tanto necesitaba para pasar la gélida noche hasta que les instalaran por fin la calefacción.No reparó en todo el rato que llevaba Lorena sin mover un solo plato, Sergio solo deseaba llegar a cama y taparse hasta las orejas.
Claudia llevaba dos horas durmiendo.La niñita linda de la familia contaba con la edad de 5 años, justo la misma edad que tenía Lorena cuando se separó para siempre de sus padres y cayendo en tan desafortunada infancia...experiencias que nunca jamás pasaron al conocimiento de su marido,vivencias que se quedarían para siempre en su mente e irían calando poco a poco su alma.
Una tímida lágrima cayó en un plato.Rápidamente Lorena se rehizo del "lápsus" que la había inmovilizado por cinco minutos, secó sus manos dejando los platos para la mañana,se aclaró la cara y disimuló su expresión antes de entrar al dormitorio.
Sergio le tenía preparada la mantita eléctrica y la pomada antiinflamatoria que relajaría a base de masajes sus delicadas piernas.Los ronquidos provinientes del dormitorio de los invitados no afectaba para nada al ambiente romántico y relajado que Sergio había conseguido inspirar a su amada.La pareja estaba tan sumamente unida que era imposible quebrar esa gran pompa de jabón que los protegía de males ajenos, así que pronto Lorena se encontraba postrada boca arriba, sobre la mantita que calentaba su espalda y atabiada con un lindo camisón de raso blanco y encajes sugerentes mientras las manos de su esposo recorrían delicadamente la más preciada sensación que podían palpar sus dedos, esa tersa, suave y blanca piel impregnada de deseos por ser acariciada...Sergio nunca aprendió a resistirse a sus encantos, era tal el embrujo que se posaba sobre él desde que la conoció, que no había noche por corta que fuera, que no sinitiera deseos de fundir sus manos en su lindo cuerpo.Era muchísimo más el deseo de complacerla que su propia necesidad de calmar esa enorme atracción que la unía a ella.
Su marido no era nada tonto y a pesar de que nunca supo ni un solo detalle del sombrío pasado de su joven esposa y que ella le regalaba contínuamente esa preciosa sonrisa, Sergio nunca tuvo problemas en descifrar el dolor de su mirada que reflejaba sin duda alguna la fragilidad de su alma.El silencio se apoderó pronto de la noche, pronto la pareja quedaría a merced de sus sueños.
El Sr. Collado no tuvo más remedio, muy a su pesar, de quedarse a dormir en aquella estancia con olor a pintura fresca que conformormaba la nueva morada de su ahijada.En la noche, justo después de su última copa de whiskey añejo, se dispuso a arrancar su destartalado carruaje a motor que poco se parecía ya a un coche (nunca le gustó gastarse el dinero en eso),cuando observó atónito la enorme mancha de aceite que había teñido de negro toda la rampa del garaje.Pronto recordó que justo antes de aparcar sintió un pequeño golpe, pero jamás se habría imaginado que se iba a quedar sin cárter...su chatarra con ruedas nunca había sufrido problemas mecánicos...siempre hay una primera vez.
Sus ronquidos lo despertaban de vez en cuando, pronto conseguía conciliar el sueño gracias al alcohol que recorría en sus venas, pero no sin antes maldecir el momento en que decidió aceptar la invitación de su ahijada...hacía muchos años que no sabía de ella.La verdad es que a aquel pobre anciano le carcomía la curiosidad de saber el porqué de la invitación de Lorena después de lo ocurrido en su pasado.

LA TARTA

La tarta ya estaba en la mesa...un enorme pastel cubierto de nata cuya decoración brillaba por su sensillez...esas perlitas de anís plateadas culminando en las ondas de los bordes...Claudia decidió apoderarse de esa apetecible guinda que se acomodaba en el centro aprovechándose que los mayores aún seguían con su tertulia.
Lorena y Sergio ,los afintriones indiscutibles de tan sublime velada,a duras penas conseguían relajar su mente y calmar esos latidos acelerados que desde hacía apenas unos días los hacía recordar que estaban vivos.
Claudia en cambio ,ajena a lo que estaban hablando,deleitaba su mirada con esos colores intensos que adornaban su nuevo hogar...no pudo evitar perder la vista hacia la ventana.Tras el cristal, ese enorme piso firme de césped, un adulto y vigoroso olivo vigilando la morada,esa linda fuente de piedra...Era la primera vez que la niña retuviera esa imagen en sus pupilas sin aún comprender que por fin todo eso que descubría su mirada iba a ser el mundo particular de su casa de muñecas...
Por otro lado estaba el Sr.Collado, en su mundo, tan solitaro como de costumbre,pero hoy paradójicamente había decidido presentarse a la invitación especial que dos días atrás recibió de su ahijada, Lorena,con la que años atrás en otros tiempos,solía ir a recoger la vendimia...Pero eso fué en otros tiempos, cuando aún Lorena era una mocosa engreída que se creía merecedora de todas las atenciones y cuidados por el simple hecho de que sus padres marcharan para siempre dejándola en tutela a su padrino, que en aquél entonces era más conocido por "el poeta" y no precisamente porque se le dieran bien los versos...realmente nadie sabía bien bien a qué era debido su apodo, pues él nunca respondió al mismo,pero rumores corrían por la zona que esa afonía que lo había condenado desde chico a formar parte de los desechados de la sociedad, desapareció el día que se topó con una bella dama, estudiante de arte dramático y amante de la poesía...
El Sr. Collado se disponía a encender su "rössli" sentado en el sillón de la esquina mientras intentaba comprender el tan resaltado cambio de esa niña boba Lorena en tan bella, educada y atenta mujer de Don Sergio Martos.
Los demás invitados, que no eran más que los recién conocidos vecinos de su nueva morada,ya empezaban a acabárseles el repertorio de chismes y anécdotas que por tradición fueron siendo infundadas en la aldea de padres a hijos para que nunca se perdiera el alma que protegía sus campos ante las inclemencias del tiempo...
Lorena y Sergio, sin importarles lo más mínimo lo que pasara o dejara de pasar en esa aldea en el pasado, decidieron aprovechar el paso al corte de la tarta para darse un respiro.No estaban acostumbrados al caótico coloquio de voces desordenadas con el que les estaban invadiendo los que desde ahora serían sus nuevos vecinos.

Preámbulo-TERRORES NOCTURNOS-

Se aferró a su almohada...tapándose sus oídos con ella...para no escuchar...cerrando los ojos fuertemente, pensando en su amado...respirando profundamente....a fin de relentizar su corazón...No tenía explicación lógica a sus miedos...pero no podía dejar de sentirlos. Esos cosquilleos recorriendo su piel...obligándola a moverse (muy a su pesar) para tener que rascarse la cara y forzándola a abrir esos ojos temerosos de ver algo que no le gustara... Vivía en un piso prácticamente nuevo...sola y con la puerta de entrada cerrada con llave por dentro...siempre había presumido de vivir en el piso más tranquilo y silencioso que se pudiera encontrar...presumir de esa burbuja de tranquilidad que la alentaba después de sus ajetreadas jornadas de trabajo...pero eso fué hace un tiempo. De un tiempo a esta parte un espíritu negativo se había adueñado de su mente, la había apartado del trabajo y,aunque había tenido la fortuna de encontrar a su dulce y jugosa media naranja, su amado, el que velaba por sus sueños para librarle de sus miedos, en ella había recaído un gran dolor que se aferraba a su alma infundiéndola deseos de no seguir atormentando su mente con la maldición que la marcó desde el día en que nació...ese férrimo amor a la muerte que sentía cuando era pequeña...ese sentimiento de ser despreciable que la inundió en su niñez, que se desfumó tan pronto cambiaba su estado de niña a adulta pero que, sin motivo aparente y sin siquiera recordar tan amargos momentos de su vida, se agolparon de nuevo en sus retinas atravesándolas y arraigándose de nuevo en su mente.